
“No es manejar, es conducir,” me dijo mi señora la semana pasada durante una cena. También ella me ha corregido que son “patatas” en vez de “papas,” y se dice “camarero” en vez de “mesero.” Antes de venir a Madrid, tenía miedo de que mi señora y yo no pudiéramos comunicar, pero nunca había pensado que el problema sería con mi vocabulario latinoamericano. En el verano del 2009 fui con DukeEngage a quedarme en Medellín, Colombia por dos meses para hacer algunos documentales sobre la transición desde la violencia hasta la paz. Ahora me estoy dando cuenta de que el español paisa que aprendí en Medellín no es el español preferido de España, particularmente de Madrid. La diferencia entre la vida madrileña y la vida paisa viene de las particularidades del idioma, y además las diferencias de la comida, la cultura, y la falta de las siestas. Pero mientras hay diferencias, creo que existen más semejanzas entre las vidas de Medellín y de Madrid. Se puede ver la influencia omnipresente de la Iglesia Católica en ambas ciudades – con una iglesia cada esquina, las cruces en los aulas de la universidad, y las tradiciones de las familias religiosas. Ambas ciudades tienen una mezcla de lo viejo y lo moderno en su arquitectura, un sistema público de asistencia sanitaria más amplio y mejor que lo estadounidense, la existencia de un racismo subyacente, y un deseo de no volver a la violencia anterior (una violencia más reciente en Medellín).
Aunque estuve en Medellín hace dos meses, no tuve la oportunidad de conocer más de Colombia, un país lleno de las contradicciones entre las ciudades y el paisaje, lo urbano y lo rural. Mi meta en Madrid es de conocer no sólo la ciudad, sino también toda España. Aquí no hay restricciones de viajar, y ya con el programa he aprovechado de esto mediante los viajes a Galicia y a Andalucía. Me parece que las regiones españolas sean más diferentes que Madrid y Medellín. Por Andalucía en el Sur, vimos la presencia árabe en la comida y en la arquitectura, mientras en Galicia hay una presencia celta. Me ha sorprendido a encontrar tanta variedad en un país con un tamaño similar a Tejas, especialmente cuando la diferencia entre una ciudad de Suramérica, Medellín, y la europea, Madrid, parece menos grande. Hay muchas cosas que todavía no conozco de Madrid y de España, pero me quedan once semanas para satisfacer mi curiosidad.
-Anne Rohlfing